TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA
El trastorno de ansiedad generalizada es una de las enfermedades mentales más frecuentes.
Este trastorno produce temor, preocupación y una constante sensación de estar sobrepasado. Se caracteriza por una preocupación persistente, excesiva e irreal respecto de aspectos de la vida diaria tales como las finanzas, la familia, la salud y el futuro.
Es una preocupación excesiva, difícil de controlar y que se acompaña frecuentemente de otros síntomas psicológicos y físicos. Estas preocupaciones interfieren en el trabajo, las relaciones sociales y el bienestar físico y mental.

El tratamiento puede incluir psicoterapia, Estimulación Magnética Transcraneal, psicofármacos o una combinación. El tratamiento puede tomar de 6 a 12 meses. Para algunas personas puede ser más largo.
Las preocupaciones parecen flotar de un problema a otro, como problemas familiares o de relaciones interpersonales, cuestiones de trabajo, dinero, salud y otros problemas. Incluso siendo consciente de que sus preocupaciones o miedos son más intensos de lo necesario, una persona con trastorno de ansiedad generalizada aún tiene dificultad para controlarlos.
Con frecuencia suelen aparecer signos físicos, como temblores, dolor de cabeza, mareos, agitación, tensión y dolor muscular, ojeras, pérdida de peso, molestias abdominales, sudoración, falta de aire, taquicardias, cansancio y bostezo constante.
- Inquietud motora
- Dificultad para concentrarse
- Trastornos del sueño
- Irritabilidad
- Tensión muscular
- Cansancio fácil
Los ataques de pánico o crisis de ansiedad (también ataques de ansiedad o crisis de pánico) son períodos en los que se padece, de una manera súbita, temporal y aislada, un intenso miedo o temor o malestar intensos, con una duración variable: de minutos a horas. Generalmente aparecen de manera inesperada, y pueden alcanzar su máxima intensidad en unos 10 minutos. No obstante, pueden continuar durante más tiempo, si se desencadenan debido a una situación de la que la persona no es o no se siente capaz de escapar, lo que puede generar desesperación.
La persona que sufre episodios de pánico se siente súbitamente aterrorizada sin una razón evidente para sí misma o para los demás. Durante el ataque de pánico se producen síntomas físicos muy intensos: taquicardia, dificultad para respirar, aumento en la frecuencia respiratoria, temblores o mareos. Los ataques de pánico pueden ocurrir en cualquier momento o lugar sin previo aviso.
Las características del ataque de pánico pueden variar entre personas, pero se describen los siguientes:
- Palpitaciones, elevación de la frecuencia cardíaca
- Sudoración
- Temblores
- Sensación de ahogo o falta de aliento
- Sensación de atragantarse
- Opresión o malestar torácico
- Náuseas o molestias abdominales
- Mareo o desmayo
- Desrealización (sensación de lo que se vive no es real) o despersonalización (sentirse separado de su propio cuerpo)
- Miedo a perder el control o a perder la razón
- Miedo a morir
- Sensación de entumecimiento u hormigueo
- Escalofríos
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