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El alcohol, la nicotina y otras drogas ilícitas, incluida la heroína, morfina y cocaína activan en el cerebro la vía de recompensa, que involucra áreas clave en la adicción, tales como, el área tegmental ventral (ATV) y núcleo accumbens (NAc).

A pesar de los diferentes mecanismos de acción y efectos, todos ellos mejoran la transmisión de la dopamina, un neurotransmisor muy importante, en el ATV y NAc, resultando en una mayor actividad de la vía de recompensa. Por tanto, podemos suponer que las alteraciones del cerebro en los circuitos que subyacen a diferentes adicciones son similares, independiente de la naturaleza de la sustancia objeto de abuso.

Y otra característica importante de la adicción es la pérdida de control, por lo que los individuos se involucran en un comportamiento compulsivo, incluso cuando se enfrenta a consecuencias negativas. Esta pérdida de control parece estar impulsada por una disfunción dentro de las áreas corticales prefrontales. Considerando la adicción como una enfermedad cerebral, podemos plantear la hipótesis de que la estimulación cerebral no invasiva, como la EMT, puede modular los circuitos cerebrales anómalos en diferentes trastornos por uso de sustancias.

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