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La depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, pues se estima que afecta a un 3,8%
de la población, incluidos un 5% de los adultos y un 5,7% de los adultos de más de 60 años. La
depresión es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas
emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. Puede convertirse en un problema de
salud serio, especialmente cuando es recurrente y de intensidad moderada a grave. Puede causar
gran sufrimiento a la persona afectada y alterar sus actividades laborales, escolares y familiares.
Las personas que experimentan depresión a menudo no son correctamente diagnosticadas,
mientras que otras que en realidad no padecen el trastorno son a menudo diagnosticadas
erróneamente y tratadas con antidepresivos.
En un episodio depresivo, la persona experimenta un estado de ánimo deprimido (tristeza,
irritabilidad, sensación de vacío) o una pérdida del disfrute o del interés en actividades, la mayor
parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas. Se presentan varios otros
síntomas, entre los que se incluyen la dificultad de concentración, el sentimiento de culpa excesiva
o de autoestima baja, la falta de esperanza en el futuro, pensamientos de muerte o de suicidio,
alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio acusado o de
falta de energía.
Algunas personas pueden expresar más fácilmente sus cambios de estado de ánimo en forma de
síntomas somáticos (por ejemplo, dolor, cansancio, astenia), pese a que esos síntomas físicos no
se deben a otra afección médica.
Durante un episodio depresivo, la persona afectada experimenta dificultades considerables en su
funcionamiento personal, familiar, social, educativo, ocupacional y en otros ámbitos importantes.
Los episodios depresivos pueden clasificarse en leves, moderados o graves, en función del número
y la intensidad de los síntomas, así como de las repercusiones en el funcionamiento de la persona.
La depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales, psicológicos y
biológicos. Quienes han pasado por circunstancias vitales adversas (desempleo, luto, eventos
traumáticos) tienen más probabilidades de sufrir depresión. A su vez, la depresión puede generar
más estrés y disfunción, y empeorar la situación vital de la persona afectada y, por consiguiente, la
propia depresión.
Hay tratamientos eficaces para la depresión. Según la intensidad y tipología de los episodios
depresivos a lo largo del tiempo, se pueden ofrecer tratamientos psicológicos, como la activación
conductual, la terapia cognitiva conductual y la psicoterapia interpersonal, medicamentos
antidepresivos o la Estimulación Magnética Transcraneal.
Es importante que si tú o una persona cercana a ti presentan los síntomas que se describen, sean
atendidos por un profesional de la salud capacitado.

En caso de que tengas interés por recibir una valoración puedes agendarla a través de:
https://neurowave.com.mx/citas

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