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Existen numerosas disciplinas que abordan la salud mental desde distintos abordajes, por lo que muchas veces se presentan confusiones acerca de los roles y habilidades de cada profesional.

A pesar de estas disciplinas que son similares, cuentan con características y metodologías distintas.

Los términos psicólogo, psiquiatra, psicoterapeuta no son lo mismo y veremos cuáles son las diferencias entre cada uno de estos profesionales de la salud mental, qué enfoque utilizan y cuándo es recomendable acudir con alguno en específico, aunque la finalidad de los 3 es la misma: tratar y mejorar la salud mental de los pacientes.

Psicólogo

Un psicólogo es un profesional que realizó una carrera universitaria en psicología. Enfoca las necesidades y dificultades psicológicas desde una comprensión del comportamiento humano y de sus procesos mentales, y puede dedicarse a muchos campos (laboral, jurídico, educacional, investigación etc.).

El psicólogo puede realizar evaluaciones psicológicas en tres dimensiones (cognitiva, afectiva/emocional y de comportamiento) a través de diferentes técnicas y herramientas (entrevista y pruebas psicológicas) con el objetivo de identificar síntomas o realizar un diagnóstico.

Psiquiatra

El psiquiatra es un médico especialista en problemas de salud mental. Se encarga del estudio de la mente con el fin de prevenir, evaluar, diagnosticar, tratar y rehabilitar los desórdenes mentales. Su objetivo es el estudio de las enfermedades mentales, los efectos bioquímicos y ambientales que afectan el comportamiento y cómo interactúan con el organismo para enfrentarse a su entorno.

Una de las principales características que distinguen a un psiquiatra, es que éste utiliza la farmacología (prescripción de medicamentos) para mejorar los síntomas limitantes de los trastornos psicológicos, así como terapias de estimulación cerebral.

Además, los psiquiatras también pueden hacer una revisión de la salud en general, lo cual incluye los efectos que la medicación puede estar teniendo en la salud física.

Algunos psiquiatras también están formados en psicoterapia por lo que pueden brindar este servicio adicional a sus pacientes.

Usualmente, el psiquiatra y el psicoterapeuta trabajan en conjunto: el primero controla la medicación (en caso que sea necesario), mientras que el segundo se encarga del tratamiento psicoterapéutico. Los casos en los que se suele dar esta cooperación son en manejo de ansiedad, depresión mayor, el trastorno bipolar y el trastorno borderline, entre otros.

Psicoterapeuta

Aunque no es necesario que cuente con una licenciatura en psicología o alguna otra carrera afín, el psicoterapeuta es la persona que cuenta con una especialización en psicoterapia. Asimismo, el psicólogo, aunque cuenta con conocimiento del comportamiento humano, para el ejercicio de la psicoterapia requiere de una preparación y entrenamiento específico.

El psicoterapeuta ayuda a sus pacientes a descubrirse a sí mismos, empezar un proceso de restructuración cognitiva y de hábitos para mejorar su calidad de vida y sus relaciones interpersonales.

El campo de la psicología clínica se encuentra atravesado por diversas corrientes.

Para poder discernir cuál de todas ellas resulta más adecuada para nosotros, es importante investigarlas y conocerlas con mayor profundidad.

Algunos de los tipos y enfoques dentro de la psicoterapia son:

  • Terapia psicoanalítica
  • Terapia psicodinámica
  • Terapia cognitivo-conductual
  • Terapia humanista
  • Terapia Gestalt
  • Terapia sistemática

¿Por qué es importante diferenciarlos?

Para poder transitar un adecuado proceso de acompañamiento psicológico tenemos que analizar primero qué queremos trabajar. Con base en ese objetivo, debe planificarse nuestra búsqueda sobre qué tipo de terapia, corriente o profesional va a ser más eficiente. 

Riesgos de la terapia informal

En el último tiempo, nuevos roles han surgido vinculados al desarrollo motivacional y de auto-superación. Ejemplo de ello es el auge de las personas que realizan coaching. Si bien sus técnicas pueden resultar efectivas, la mayoría de estas personas no tiene formación en psicopatología. Esta es la primera gran diferencia con los psicólogos y otros profesionales de la salud mental.

Este desconocimiento, hace que las mismas técnicas sean aplicadas a todos sus pacientes/asistentes por igual. La falta de diferenciación y especificidad de cada caso, hace que no puedan controlarse los resultados en la aplicación dichas técnicas caso por caso. Cuando la persona que se expone a estos procesos tiene algún tipo de vulnerabilidad o está atravesando un momento de inestabilidad, puede llegar a desarrollar algún trastorno o episodio de crisis.

La importancia del respaldo científico

Es real que ni la ciencia ni el carácter académico pueden asegurar que un psicólogo, o cualquier profesional, haga bien su trabajo y brinde un buen servicio. Sin embargo, la rigurosidad científica también nos concede algunas certezas o nos permite acercarnos más a lo que sería un ideal en el ejercicio de una profesión. A través de la certificación y la constatación de los saberes, se logra asegurar un cierto estándar de calidad y también la unificación de ciertas visiones y preceptos básicos compartidos. Estos preceptos se establecen basándose, primeramente, en la contrastación de casos, la experiencia empírica y el análisis. 

Un buen ejercicio ético sería aquel que llevara a cualquier terapeuta a derivar con un profesional correspondiente ante casos que no pudiera manejar. También existe falta de ética en los casos de psicólogos que no continúan con su formación o no realizan supervisiones de sus trabajos.

Existen diferencias entre el rol que cumple un profesional de la psiquiatría, el que cumple un psicólogo y un psicoterapeuta. Todos cuentan con una formación académica y ética que les permite reconocer cuando se necesita el apoyo de uno u otro profesional.

Por ello, cuando es necesario, las profesiones se complementan para obtener los mejores resultados.

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