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Existe muchas ideas erróneas que nos dicen que lo importante es sentirse siempre bien. Esto nos lleva a tratar de evitar, a toda costa, lo que se suelen llamar emociones «negativas».

Las emociones se suelen calificar como positivas o negativas, cuando en realidad no son ni buenas ni malas. Más bien podrían clasificarse como agradables o desagradables, y considerarse como adaptativas o desadaptativas, adecuadas o inadecuadas, dependiendo del momento en que surgen, su intensidad y la manera en cómo nos afectan.

Las emociones son propias del ser humano. Todas cumplen funciones importantes para la vida, y todas son válidas.

Cada emoción prepara al organismo para una clase distinta de respuesta y cada persona experimenta una emoción de forma muy particular, dependiendo de su carga genética, sus experiencias anteriores, su aprendizaje y de la situación concreta, que hacen que perciba e interprete la realidad de manera diferente a los demás.

Nadie puede valorar, aprobar o descalificar nuestras emociones, porque éstas son subjetivas.
Lo que sí puede ser calificado es la manera de expresar las emociones.
Cada persona es responsable de sus emociones y de lo que hace con ellas.

Las emociones conocidas como primarias (miedo, sorpresa, aversión, ira, alegría y tristeza), son reacciones que pueden surgir de forma automática. Son intensas y de corta duración. Si cualquier emoción se prolonga, es porque está siendo «alimentada» por nuestros pensamientos.

No podemos desconectar o evitar las emociones. Cualquier intento por controlarlas a través del consumo de tabaco, alcohol u otras drogas puede generar problemas más importantes a largo plazo.

Función de las emociones
Las emociones son muy importantes en nuestra vida, porque reflejan nuestro mundo interno, y lo que interpretamos de lo que sucede a nuestro alrededor. Asimismo, nos indican cómo estamos evaluando y juzgando las diferentes situaciones que vivimos.

También nos permiten conocernos mejor y satisfacer nuestras necesidades y deseos, así como entender muchas de nuestras conductas, ya que las emociones dirigen una gran parte de cómo nos comportamos.

Por otro lado, las emociones nos ayudan a tomar decisiones, nos permiten darnos cuenta de nuestros pensamientos y actitudes, y nos pueden ayudar a cambiarlos cuando es necesario. 

Además, facilitan nuestra adaptación al medio ambiente y nos ayudan a actuar adecuadamente.


Por ejemplo:
– El enojo nos indica que algo nos está molestando y nos motiva a solucionarlo.
– El miedo nos sirve para reconocer que nos enfrentamos a una situación que puede ser peligrosa y nos ayuda a protegernos.
– La tristeza nos señala que estamos frente a un hecho doloroso y nos impulsa a una reorganización.
– La alegría destaca circunstancias placenteras y benéficas y nos estimula a buscar otras similares.

Expresar abierta y adecuadamente nuestras emociones, nos ayuda a relacionarnos mejor ya que se facilita una mayor intimidad, y permite que las otras personas nos conozcan mejor y nos puedan entender con mayor facilidad.

Cuando no expresamos nuestros sentimientos, las personas tienden a suponer o adivinar lo que nos sucede y esto puede generar conflictos.

Es importante aprender a detectar y aceptar nuestras emociones, para poderlas manejar y no ser manejados por ellas. También es necesario aprender a expresarlas adecuadamente, eligiendo:

  1. La persona adecuada
  2. El momento y lugar correctos
  3. La forma de hacerlo

Cuando expresamos una emoción, es importante hacerlo en primera persona (yo me siento…) y no atacar o culpar al otro.

Recuerda que luchar contra nuestras emociones, aumenta nuestro malestar y hace que nuestra atención y energía se centren en la emoción y no en la solución del problema.
Lo mismo sucede cuando nos enfocamos en negarlas o en quejarnos de ellas.

¿Cómo podemos aprender a controlar nuestras emociones?

¿Qué es la inteligencia emocional?

La inteligencia emocional aporta un nuevo marco para educar la capacidad de adaptación social y emocional de las personas. Se trata de un conjunto de habilidades que sirven para expresar y controlar los sentimientos de la manera más adecuada. Dichas habilidades pueden ser desarrolladas por medio del aprendizaje y la experiencia cotidiana. Las cuatro habilidades básicas para un adecuado control emocional son:

  1. PERCEPCIÓN, EVALUACIÓN Y EXPRESIÓN DE EMOCIONES

Esta habilidad se refiere al grado en que las personas son capaces de identificar sus emociones, así como los estados y sensaciones fisiológicas y cognitivas que ellas conllevan. Además, implica la capacidad para expresar adecuadamente los sentimientos y las necesidades asociadas a los mismos en el momento oportuno y del modo correcto.

2. ASIMILACIÓN O FACILITACIÓN EMOCIONAL

Implica la habilidad para tener en cuenta las emociones cuando realizamos un proceso de toma de decisiones. Las emociones sirven para modelar y mejorar el pensamiento al dirigir nuestra atención hacia la información significativa, pueden facilitar el cambio de perspectiva y la consideración de nuevos puntos de vista.

3. COMPRENSIÓN Y ANÁLISIS DE LAS EMOCIONES

Implica saber etiquetar las emociones y reconocer en qué categoría se agrupan. Así como conocer las causas que las generan y las consecuencias futuras de nuestras acciones.

4. REGULACIÓN EMOCIONAL

Supone la regulación consciente de las emociones. Incluiría la capacidad para estar abierto a las emociones, tanto positivas como negativas. Además, abarcaría la habilidad para regular las emociones moderando las negativas e intensificado las positivas sin reprimir ni exagerar la información que comunican.

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