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Vivimos en una época de grandes cambios y revoluciones. De la mano de las teorías feministas, se comenzaron a deconstruir varios conceptos muy arraigados en la sociedad. Entre ellos, la idea del “amor romántico” y las relaciones monógamas. 

El concepto de responsabilidad afectiva se aplica en todas las relaciones. La base de estos vínculos son las emociones de los integrantes y la comunicación y el respeto de ellas. Cuidado, respeto, empatía, son conceptos que están directamente asociados a la responsabilidad emocional o afectiva.

¿Qué es la responsabilidad afectiva?

La responsabilidad afectiva se basa en el consenso, cuidado y diálogo sobre los sentimientos y emociones que surgen en una relación de cualquier naturaleza. Cuidar implica escuchar al otro y acompañarlo teniendo en cuenta sus emociones.

Solo cuando somos responsables emocionalmente podemos generar vínculos sanos y duraderos.

Este término implica tener en cuenta las consecuencias de las acciones propias en el otro, y pensar en la pareja, en un amigo o familiar antes de tomar una decisión que pueda afectarlos.

Así, la responsabilidad afectiva es ser consciente de que todo acto que una persona realice dentro de una relación tiene una consecuencia positiva o negativa en su pareja.

El objetivo de esta conciencia es evitar el dolor innecesario que generan las falsas expectativas del amor romántico.

Lo anterior no significa que debamos anteponer los deseos y los sentimientos del otro, sino más bien saber que nuestras acciones tienen impacto en los otros.

Para asumir la responsabilidad afectiva, debemos plantear acuerdos, evidenciar necesidades, explicitar deseos y tener empatía.

Asimismo, debemos dejar claro el tipo de vínculo y, a partir de ello, cuidar del otro. De esta forma, lograremos relaciones afectivas más equitativas, respetuosas y transparentes.

El objetivo de la responsabilidad afectiva es construir vínculos afectivos más humanos y menos desiguales. La responsabilidad afectiva propone herramientas para establecer relaciones que tiendan a una mayor igualdad, en contextos profundamente desiguales.

¿Cómo mantener vínculos responsables?

Si bien no existen recetas mágicas y no se pueden protocolizar las relaciones humanas, de acuerdo con los y las expertas, existen estrategias para mejorar la responsabilidad en nuestros vínculos socioafectivos. Una de ellas es practicar la honestidad, la transparencia y la empatía.

Veamos algunos elementos de gran utilidad al practicar la responsabilidad afectiva:

Comunicación asertiva

Se trata de uno de los elementos más importantes para ejercer la responsabilidad afectiva. Sabemos que, hoy en día, es complicado expresar qué queremos, qué nos molesta, qué sentimos, entre muchos otros aspectos. No obstante, hablar de manera directa, con claridad y honestidad, es la solución y la medida para prevenir y superar conflictos.

Establecimiento de acuerdos 

Sin importar de qué tipo de relación se trate, los acuerdos son la mejor forma de superar problemas y conflictos. En el caso de la responsabilidad afectiva en una relación de pareja, una forma de aplicarla es estableciendo qué está permitido y qué no, mediante el diálogo.

La responsabilidad afectiva se parece mucho al proceso de negociación, en el cual, por medio de la comunicación, se llega a un acuerdo beneficioso para los involucrados.

Con todo esto, se pretende enfatizar en lo importante que es mantener la comunicación en los diferentes tipos de relaciones. Sin duda, el diálogo es la mejor forma de conocer qué es lo que otra persona necesita y de comunicar lo que nosotros queremos.

Comprender que una relación consta de más de una persona

Es necesario olvidar la idea de que uno mismo es lo que más importa y empezar a considerar a los demás. La responsabilidad afectiva tiene que ver con la empatía, pero la empatía tiene que ver con romper el narcisismo y entender que hay un otro.

Por otra parte, la empatía (la capacidad de ponerse en el lugar del otro) es una herramienta para solucionar conflictos.

Tener claro que cualquier relación tendrá complicaciones

La responsabilidad afectiva implica comprometerse con las personas y entender que, inevitablemente, habrá momentos complicados y no por eso vamos a desaparecer. Lo mejor será actuar con responsabilidad y afrontar esos problemas por medio de la comunicación y del establecimiento de acuerdos.

Considerar que cualquier acción tendrá una consecuencia

Este punto de la responsabilidad afectiva engloba todos lo anteriores, tener en mente que cualquier palabra y acción van a producir una reacción en la otra persona, por ello, es indispensable saber cómo ser empático y detenerse a pensar si lo que estamos haciendo afecta a otros.

No pienses que la responsabilidad afectiva se trata de actuar de manera perfecta, porque es imposible. Más bien, se trata de actuar y hablar con empatía y respeto, de establecer acuerdos con la finalidad de respetar a los demás y, en caso de equivocarse y provocar un conflicto, ser responsables y asumir las consecuencias y buscar una solución positiva para todas las partes involucradas.

La importancia de la responsabilidad afectiva

Principalmente, la responsabilidad afectiva nos ayudará a afrontar y superar conflictos con otras personas, porque hay que tenerlo claro: los conflictos no van a dejar de existir; sin embargo, la responsabilidad afectiva busca que se solucionen y se superen.

En ese contexto, el conflicto no es negativo, más bien, hay que verlo como una oportunidad para desarrollar habilidades para manejarlo.

Ahora que conoces qué es la responsabilidad afectiva, intenta ponerla en práctica en las diferentes relaciones donde seas partícipe. Sabemos que no es nada sencillo, sin embargo, todas las relaciones implican dificultades y conflictos, los cuales valdrá la pena manejar y superar, si realmente tienes interés en dicha relación. 

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