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La adolescencia y adultez temprana son un período crucial para el desarrollo de hábitos sociales y
emocionales importantes para el bienestar mental. Algunos de estos son: la adopción de patrones
de sueño saludables; hacer ejercicio regularmente; desarrollar habilidades para mantener
relaciones interpersonales; hacer frente a situaciones difíciles, resolver problemas, y aprender a
gestionar las emociones. Es importante contar con un entorno favorable y de protección en la
familia, la escuela y la comunidad en general.
Son muchos los factores que afectan a la salud mental. Cuantos más sean los factores de riesgo a
los que están expuestos los adolescentes, mayores serán los efectos que puedan tener para su
salud mental.
Algunos de estos factores que pueden contribuir al estrés durante la adolescencia son la
exposición a la adversidad, la presión social de sus compañeros y la exploración de su propia
identidad. La influencia de los medios de comunicación y la imposición de normas de género
pueden exacerbar la discrepancia entre la realidad que vive el adolescente y sus percepciones o
aspiraciones de cara al futuro.
Otros determinantes importantes de la salud mental de los adolescentes y adultos jóvenes son la
calidad de su vida doméstica y las relaciones con sus compañeros. La violencia (en particular la
violencia sexual y la intimidación), una educación muy severa por parte de los padres y problemas
socioeconómicos y problemas graves de otra índole constituyen riesgos reconocidos para la salud
mental.
El hecho de no ocuparse de los trastornos de salud mental de los adolescentes tiene
consecuencias que se extienden a la edad adulta, perjudican la salud física y mental de la persona
y restringen sus posibilidades de llevar una vida plena en la edad adulta.
El cultivo de las aptitudes socioemocionales de niños y adolescentes y el hecho de proporcionarles
apoyo psicosocial en la escuela y otros espacios comunitarios puede ayudar a promover un buen
estado de salud mental.
También son importantes los programas que ayudan a reforzar el vínculo entre los adolescentes y
su familia y a mejorar la calidad de su entorno doméstico. En caso de que surjan problemas, estos
deben ser detectados y manejados a tiempo por profesionales competentes.
Hay tratamientos eficaces, según la intensidad y tipología de los síntomas, se pueden ofrecer
tratamientos psicológicos, como la activación conductual, la terapia cognitiva conductual y la
psicoterapia interpersonal, medicamentos o la Estimulación Magnética Transcraneal.
En caso de que tengas interés por recibir una valoración puedes agendarla a través de:
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